En las semanas recientes me he alejado de mi gusto
por ir al cine muy seguido, no se trata de la dieta, aunque tengo que reconocer
que no comer palomitas me pone de malitas; tampoco se trata de una mala
cartelera, por el contrario, el verano del 2012 tiene buenos productos, de esos
que los amantes de los blockbusters agradecemos; en parte se debe al trabajo y
en parte a que los días que hay oportunidad el ánimo y el clima me ayudan a
determinar que es mejor quedarse en casa y ver ahí una peli.
Siento que el cine, probablemente poquito después de
que los hermanos Lumiere pronosticaran que se trataría solo de una moda
pasajera, es uno de los componentes o indicadores de las generaciones que se
han sucedido desde entonces, finalmente es un arte y las artes también van
evolucionando o cambiando de generación en generación, la música, por ejemplo
para no ir más lejos; además, el cine es uno de los grandes beneficiarios y
usufructuarios de las nuevas tecnologías y desde luego, un medio idóneo para
retratar épocas, acontecimientos o personajes históricos o simplemente para
contar cuentos o sencilleces más bien condenadas al olvido en un domingo
cualquiera.
Las películas hablan en otro idioma, que no se ve ni
se oye, de lo que sus creadores quieren decir a través de ellas y desde luego
no todos lo entendemos, hay como en todas las artes, para todos los gustos, sin
embargo con cada generación los consumidores nos hemos vuelto más exigentes,
menos fáciles de sorprender, algo así como con los video escándalos.
Puedo recordar casi de memoria las películas que vi
de niño en el cine teatro Lupita de Tianguistenco, seguido de una sesión de
tacos de Don George, o en el teatro Morelos,
en los gemelos de la comer, en el 70, el Florida, es más, recuerdo casi
todas las pelis que vi en las modernísimas salas de plaza las américas; hoy me
es difícil recordar las películas que he visto en el cine en el último año, que
seguramente han sido más de las que vi en toda la primaria.
Mi generación, en la infancia y la preadolescencia
iba muy poco al cine, no porque hubiera muy poco que ver, sino porque en aquel
entonces el entorno de los lugares donde se exhibían pelis era muy diferente;
pero además éramos unos niños maravillados con cualquier cosa, válgame Dios
cuando vimos E.T. o star wars, no se diga de los taquillazos de Walt Disney.
Ahí precisamente quería llegar, porque mi generación,
que es la que hoy en día tiene hijos en edades muy cinéfilas, la generación que
trabaja y de momento está en proceso de la conformación de la nueva clase media
del país, la generación que no puede permitirse tener a los hijos en una
escuela de gobierno o que al menos debe tener 2 carros y 2 salidas de
vacaciones al año, es la generación de niños que andábamos a pincel, que estudiamos
en excelentes escuelas oficiales y que tardamos mucho más que un año para ir a
Acapulco.
Esta generación tan aspiracional y consumista que a
pesar de que tenemos de todo, debemos de todo y probamos de todo, queremos más
para nosotros, pero también para nuestros hijos, sobrinos o ahijados, sin
percatarnos que los niños y jóvenes de hoy, viven en un mundo muy diferente al
que nos envolvió de niños y que eso mismo es la esperanza de que nos comience a
ir mejor.
Me explico: comparen blancanieves de nuestra época
con la moderna protagonizada por la chavita vampira… wey!!! Los enanos son a
toda madre, chupan, cantan, bailan, no esconden sus deseos por la princesa y
hasta dan la vida por ella, que dicho sea de paso, es mucho más atractiva que
la ñoña de Disney. En la tele vi el otro día la versión reciente de la
caperucita roja, otro gran ejemplo, muy distinto a lo que consumíamos los
escuincles del siglo pasado.
Nuestro crecimiento se baso en consumir lo que no
tuvimos tan a la mano, a poco no recuerdan como nos emocionábamos con los tenis
que rechinaban, con las golosinas gringas, con ir a mcdonalds, ya ni hablar de
tentonear como si supiéramos para que servían las primeras compus personales
que vendían en el Aurrera.
Los chamacos de hoy, siguen como todos los niños
consumiendo mucho, sin embargo sus deseos de tener no son alimentados por ellos
mismos, sino por nosotros, los niños de hoy quieren parecer más pandrosos y
menos sofisticados, para ellos es natural escuchar y entender la música en
inglés, dominan el ipad como si hubieran nacido con ella y viven en un mundo en
el que son más conscientes y mucho menos inocentes de lo que pasa.
Esta nueva y futura colectividad, tendrá trabajos y
responsabilidades muy diferentes, mucho más temprano que nosotros, han
entendido que tienen obligaciones y a diferencia nuestra, las tentaciones las
tienen tan a la mano que ellos mismos son capaces de determinar lo que quieren
para sus vidas.
Es decir, estos niños, estos jóvenes de ahora, de
éste siglo, no tienen los prejuicios de otras generaciones, ven a mi
blancanieves como una curiosidad del pasado lejano y a la suya mucho más cool y
ad hoc a sus tiempos, no tienen miedo de que la selección pierda en penales, se
pueden hablar de tu con cualquier chiquillo de donde sea y al menos yo, haré
todo lo que esté en mis manos para ayudarlos a construirse un mundo mejor, más
inteligente, crítico y participativo.
P.D. En atención a la solicitud de muchos miembros de
mi generación a quienes se les complica leer entre líneas o entender analogías,
tal vez puedan cambiar blancanieves por el partido político de moda. ;)
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