Siempre me ha caído gordo, no hay
nada más chocante que un “todasmías”
con ínfulas de poderoso, que además se crea inteligente y capaz.
Acostumbrado a hacer su voluntad
porque se ha ganado cierta fama y porque su "linaje" le precede, es
el típico “quedabien”, el “sinamigos” que sin embargo siempre está
rodeado de su grupito.
Metido en el fut, en el basquet, en
el combate, en las trais, en los policías y ladrones, es el típico que también
quería ser el jefe de grupo, el que pasaba a revisar el aseo, el maestro de
ceremonias, el que iba a los concursos de todo y no dejaba ir a nadie más.
El todas mías, así le puso Israel, mi
compañerito de banca y de batallas en el quinto año de la primaria Carlos Hank
González, (siempre he tenido la suerte de juntarme con los pícaros y las
picaras que tan atinadamente rebautizan generaciones completas), no era un tema
menor, pues no nos dejaba jugar, y cuando podíamos jugar, no nos dejaba meter
gol, hasta que un día, dejamos de jugar con él, y diría el viejo adagio
maternal, "santo remedio".
BASQUETBOL.
El próximo jueves, una vez más, habrá
básquet de la NBA en nuestro país, en la capital, se enfrentan Sacramento y
Boston, se trata de todo un espectáculo, muy parecido a la política, porque no importa quien vaya ganando todo el partido, pues en
cosa de los últimos segundos, todo puede cambiar, se trata de todo un show, en
el que el deporte parece pasar a segundo plano, pero como hace unos días me decía
uno de esos fans de Starwars, que se disfrazan y toda la cosa: eso jamás, pues lo sustantivo, siempre será el
deporte y en el caso de mi amigo sinaloense, la película.
Comencé a jugar básquet a los 12
años, en segundo de secundaria, la Secundaria 5 anexa a la normal superior del
edomex, organizaba torneos vespertinos, en los que el segundo 2, representado
por un servilleta y entre otros compañeros, Edgar Lara (el sport Billy), Juan Manuel Carbajal y César Porras, nos
rifamos partidos realmente épicos, basta recordar el tiempo extra contra
segundo 4 y esa pelota que preví sería un pase para interceptarlo y desde el
fondo, pasar a Lara para que juntos nos cubriéramos de gloria.
Siempre quise ser de la selección de
la escuela, que por cierto era muy competitiva, jugaban amigos muy altos y los
entrenaba el maestro Paul, que decían había jugado semi-profesionalmente, sin
embargo, nunca pasé los tryouts y me
quedé siempre en la orilla, mi gusto era jugar con los otros vaguillos de la
colonia los sábados muy temprano, fueron ellos quienes intercedieron por mi
ante el maestro Paul, quien nunca dio su brazo a torcer y así, jamás representé
a mi escuela, fuera de sus canchas.
Era un jugador muy disciplinado,
obediente, que no se dejaba vencer, tenía la fortuna del buen tino y casi
siempre que estaba en posibilidades, encestaba, era medianamente bueno, pero la
mano tajante de un entrenador, me fueron alejando del juego; recuerdo que me
tocó ver a una selección nacional sin grandes estrellas o jugadores de renombre, jugando los panamericanos del 91, eran jugadores entregados, con complexiones y constituciones físicas
muy distintas, pero que dejaban el corazón en la cancha. Hoy me pregunto que
habrá sido de Paul, de mis compañeros de equipo y de cancha y de aquella
selección dirigida por el gran Arturo Guerrero.
Una vez más, un deporte que tanto se juega en
México, que no distingue sexos, pues indistintamente lo juegan hombres y mujeres
en nuestros pueblos y ciudades, del que hay instalados tableros en innumerables
lugares, que parecía renacer, está una vez más en riesgo de quemar otra
generación prometedora, por culpa de todo, menos del juego.
ADVIENTO.
4 domingos, 4 velas, cuatro virtudes,
una corona y el inicio de la preparación espiritual de una festividad tan
cristiana como pagana, tan religiosa como mercantil y tan dialéctica como la
humanidad misma, la navidad.
Pasé el adviento en la catedral de
San Juan de los Lagos, la virgen de los milagros de mis abuelos, de mi madre y
ahora mía; la fe es en resumen tan poderosa como peligrosa, sin embargo, no hay
nada más satisfactorio en cualquier momento que un acto de fe en medio de tanta
incredulidad.
Las virtudes, tolerancia, respeto,
humildad y amor, mis velas: mi país, mi trabajo, mis letras y mi familia y mi
corona, la fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario