Dar las gracias suele ser un acto personalísimo y revestido de un montón de cosas, de niño mi papá me mandó decir con mi mamá que no me compraría nada más si no comenzaba a darle las gracias,
desde entonces procuro que la palabra, pero sobre todo el acto que acompaña o representa
no sea nada menos que válido y necesario, es decir, no doy las gracias en vano,
procuro como en todo, ser oportuno y no desvirtuar ni confundir la gratitud con
algo que no lo sea, la gratitud es una virtud, es un verbo, es una manera de
ser, en fin, gracias a la vida, como bien refirió la chilena Violeta Parra, ¡que
me ha dado tanto!
VALE Y LOS JUEGOS DEL HAMBRE.
Valentina, mi querida inspiración
del nuevo milenio, ha crecido conmigo y yo he crecido con ella, si bien
obviamos la parte de los pañales y las mamilas, pues la conocí de 4 años, es
una inagotable fuente de satisfacciones, preocupaciones y amor, es en toda la
extensión del concepto, mi hija.
Hija del primer matrimonio de mi esposa
Oliva, a quien por cierto en los hakunas la refiero como la esposa de
chocolate, como un típico juego de palabras al más puro estilo del maestro
Germán Dehesa (qepd); Vale es una niña sana, diplomática, equilibrada, templada
y excepcionalmente selectiva para brindar cariño, si bien es deferente y atenta
con todos, su amor está repartido entre muy contadas y afortunadas personas, me
precio de ser uno de ellos, el nuestro es un cariño que creció paralelo al de
su madre conmigo, pero que lo complementa, hoy somos una familia, cuestión que
para nosotros es la cosa más normal del mundo pero que resulta complicado de
entender para algunas personas, que claro, han sido bendecidas con otras
familias, seguramente igual de bonitas, amorosas y comprensivas, pero
diferentes.
Las familias de siempre (me choca
usar el término “de hoy”) son el espacio en donde el individuo se fortalece,
aprende a vivir y a convivir, alimenta su espíritu, desarrolla sus creencias y
define su personalidad, para después salir al mundo a intentar ser aceptado tal
y como es. Resulta difícil entender a quienes desde perspectivas medievales
asumen complejos y prejuicios carentes de toda razón y desde luego de respeto y
comprensión; por eso quienes me conocen, sabrán que en esta tarea que la vida
me ha asignado como el “Pá” de mi Vale, haré hasta lo imposible por defender su
individualidad, por creer siempre en ella y porque pueda entender sin mayor
problema la diferencia entre lo bueno y lo malo y sus respectivas
consecuencias.
En esos avatares, Valentina se ha
convertido en una extravagante comedora de Nutella y palomitas de maíz, en
amante del cine y de pueblear, en aficionada del Toluca, en amante universal de
los niños y de los viejitos, en viajera experta, en oradora, declamadora y
asidua a los musicales, a Oceransky y a Sabina, pero sobre todo en defensora
inmutable de la personalidad de cada quien, como en todos los casos, también ha
adquirido ciertas manías, que me obligan a corregirlas y a mejorar para darle
un buen ejemplo; ¡Ay Diosito no está fácil!
Ayer vimos los juegos del hambre 3
parte 2, Katniss Everdeen es la ídolo de la chamaca y la verdad es una
excelente manera de que siendo una niña entendida, vaya conociendo de política
y de condición humana, que es de lo que se trata Los Juegos del Hambre, seres
tan humanos que parecen tan exagerados, roles tan simples que parecen tan
elaborados o todo lo contrario, seres tan exagerados que parecen tan humanos y
roles tan elaborados que parecen tan simples, todo se transmite en vivo, los
medios o el medio de comunicación masiva, juega el papel de herramienta de
control, todo es propaganda, nada lejano de la realidad que vivimos.
La personalidad abrumada de la
protagonista, que tiene que esperar al final para poder hacer lo que ella cree
mejor, lo que es su convicción, podría ser el caso estresado de cualquier milennial, lo otro que llama fuertemente
mi atención es lo avasallador que resulta la presencia de ella sobre todos los
demás, nos hace pensar que estos nuevos amos del universo querrán ser todos
protagonistas, que sea para bien.
LOS CAMINOS DE LA GORDURA II
En mi incesante lucha por no ser un
gordo cualquiera, me convertí en un gordo deportista, jugué futbol, basquetbol,
tenis, frontenis, nadé, todo lo hice mejor que muchos otros amigos con
diferentes complexiones, nunca me acomplejó tener que usar el uniforma más
grande o escuchar los gritos buleros
de los estudiantes de la prepa Isidro Fabela, al final siempre había un
gol que los acallara.
He logrado adelgazar muchas veces
en mi vida, pero todas las ocasiones he subido de peso nuevamente, no soy más o
menos infeliz si estoy gordo o flaco, probablemente me estreso y preocupo menos
por todo cuando no estoy tan pesado, pero siendo sinceros, la gordura siempre
genera autolimitaciones y complejos, y quien diga que no, miente, precisamente
por complejo, claro que me siento mejor cuando peso menos, cuando voy
adelgazando, cuando me queda la ropa, cuando todos me dicen lo bien que me veo, pero para cuando el proceso es a la inversa, también lo son estos conceptos.
Finalmente no se trata de un
convencionalismo social, no es que no podamos ser modelos de televisión o
cualquier otra cosa, vivimos en una sociedad en la que se puede ser gordo y
exitoso, probablemente muy estereotipado pero exitoso, mi lucha no es por ser
aceptado al exterior, sino al interior, por entender que comer no debe ser una
batalla que gana el cerebro o la parte hedonista de éste, por entender que
podemos darnos un antojo de vez en cuando y no dejar de dárnoslo de vez en
cuando; mi batalla es por la salud, por movernos sin complicaciones, por
respirar normalmente, por dormir sin riesgo a apneas prolongadas.
Siempre fui gordo, me hice muy
gordo cuando YO pude cumplir todos mis antojos, cuando no tenía límites, cuando
no me permitía quedarme con las ganas de lo que fuera; pero también me hice muy
flaco cuando YO me pude cumplir el lujo de tratamientos costosos, en resumen y
definitiva, YO y solo yo me hice gordo y flaco y gordo y flaco y así sucesivamente; la
batalla la libro conmigo y me voy a ganar. ¿A quién le van?
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