Tengo la fortuna de que muchos de ustedes, mis queridos
lectores, me conozcan y los conozca, esta vez, la estadística de éste blog
indica que ha sido leído en México, Estados Unidos, Australia, Chile y
Alemania, hasta allá, mi gratitud sincera. Vivimos definitivamente en otra época, cuando comencé a escribir el
Hakuna Matata en la revista Certeza que dirigió mi querido hermano Manolín,
sabía que esos 3000 ejemplares podían o no ser leídos ese número de veces, al
menos ese era mi ideal, hoy gracias a la maravillosa Internet sé cuántas personas,
en qué lugares y hasta a qué hora me leen, así he identificado que los títulos
de los hakunas son muy importantes para alcanzar un buen número de lectores
pero que además es importante el momento del día en que lo publico, el
contenido, que es lo que siempre resulta más complicado tiene que ver con mi
ánimo y con el ánimo popular, hablar de lo que todos hablan no es sencillo, por
el contrario requiere de mucha honestidad, de autoconocimiento y de valor, para
que en mis palabras y en mis opiniones se reflejen y se contrasten las de
ustedes.
Esta nueva manera de utilizar a las tecnologías de la
información para comunicarnos, para difundir nuestras vidas como si fuéramos todos
estrellas de rock o celebridades, ventilando nuestras vidas privadas y nuestras
opiniones para que quien lo decida tenga a la mano esa información, debe ser
utilizada sin miedo, pero con mucha cautela y responsabilidad, no hay nada que
se pueda borrar cuando ha sido publicado en la Internet, podemos eliminarlo de
nuestros perfiles, corregirlo, incluso solicitar a las redes donde se ha
publicado que sea suprimido y con suerte lograr que desaparezca, pero siempre
existirá la posibilidad de que siga ahí, en la memoria virtual de alguien, de
quien sea.
GORDO
¿Cómo decir que la vida me ha hecho gordo? ¿A quién
atribuirle o incluso culpar por mi gordura? ¿En qué momento asimilé esta
enfermedad y cómo he convivido con ella tanto tiempo?
No nací gordo, casi nadie lo hace, de hecho fui un bebé muy
pequeño, pesé apenas 2.5 kilos y medí 46 centímetros, todavía tengo algunas
fotos de mis primeros años y no era particularmente regordete, ya por cuarto de
primaria comenzó a definirse mi talla, me empezó a quedar la ropa de mi papá y
para el sexto año de primaria era talla 32, excuso decir que para la graduación
de la secundaria tuvimos que improvisar con el closet de mi padre, lo mismo
ocurrió cuando comencé a usar trajes y camisas de corbata para las fiestas,
nada me quedaba, ni me asentaba con comodidad.
A los 16 años, cuando la gordura ya era parte de mi vida y
era conocido por ser de los gorditos de la generación de la prepa, mi mamá
comenzó a llevarnos con toda clase de tratantes de este mal, desde nutriólogos
hasta chocheros, comenzó mi largo
peregrinar por las dietas, que no solo suprimían de mi alimentación lo que
regularmente era su base, sino que imponían restricciones que provocaban
ansiedad, desolación y angustia; no era sino hasta ver los avances o los
resultados que me empezaban a dar ganas de seguir, claro, buscando siempre
darme una pequeña retribución por los logros obtenidos, que no era más que los
pasos obligados a la vida sana.
Pero, detengámonos un momento en cuarto de primaria, me
refiero a los 8 y 9 años de edad, ¿Que comía, en qué cantidades, cada cuánto?, mi
familia, ya para ese entonces conformada por papá, mamá y 3 hijos, era una
familia normal, mi madre era quién se dedicaba a la atención de los hijos, a
nuestra educación y alimentación, mi papá comía con nosotros de vez en cuando,
sin que hubiera una rutina para ello, excepto que cuando venía papá a la casa,
tomábamos coca-cola, lo que era poco menos que el paraíso; el día comenzaba con
el forzado vaso de leche con nescafé o chocolate, azucarado y frio de preferencia,
la mitad de una torta, la otra mitad era de Manolin, de camino a la escuela,
recorrido que hasta la universidad hice caminando por cierto, a las 12 del día
era el lunch en la primaria Carlos Hank González, que hasta cuarto año, me
comía casi todos los días, me daba tiempo para hacerlo y poder jugar cualquier
cosa, policías y ladrones, combate, las
trais o fútbol, actividad para la que era medio maleta y por tanto pronto
decidí dedicarle todo el tiempo del recreo, dejando a un lado el lunch, que era
una torta de jamón, salchicha o de guisado y un vaso con agua de sabor.
A partir de ese año, cambiamos de casa y de rumbo, pero no de
escuela, caminábamos más, además a partir de ese año, comenzamos a tomar
religiosamente refresco en bolsa a la salida; la comida en la casa siempre fue
muy sabrosa, basta y variada, mi mamá es una excelente cocinera, todo le queda
sabroso y todo tiene su toque, ella ama con la comida, no regala nada más que pasteles, galletas o tu
platillo favorito; comíamos delicioso, sopa, guisado y de vez en cuando postre.
Por esos años, comenzamos a ir a clases de natación, lo que
implicaba que comiéramos llegando de la escuela, un par de huevos tibios y que
la comida fuerte la hiciéramos regresando a casa después de las clases
vespertinas, lo que cambiaba un poco el menú, sándwiches de 3 pisos, tortas de
jamón con queso amarillo fundido y, como siempre, desde más niños, comíamos muy
seguido palomitas de maíz hechas en una ollita que todos cooperamos para
comprar y que a la fecha sigue siendo mi olla palomera preferida.
La cena eran quesadillas con queso “Sanpanchero” como le dice mi mamá, es un queso fresco con poco
suero que derrite muy bien y que desde ese entonces, sus parientes le traen
desde San Francisco del Rincón en Guanajuato, la tierra de mi abuelo.
No era particularmente antojado ni consumidor en exceso de
golosinas o comida chatarra, amaba las hamburguesas y malteadas de vips, aunque
me comía la que fuera a la primer oportunidad, incluso en el desayuno, lo que
ocurría con suerte una vez cada 3 meses.
Como podrán darse cuenta, no era un tragón desmedido ni un
niño antojado, de más pequeño fui más bien melindroso, no comía nada, lo que
provocaba enojos y regaños, creo que de haberlo sabido, no se hubieran enojado
tanto.
En fin, hablar de gordura y sus consecuencias no es cosa fácil
ni corta, por lo que les propongo continuar la próxima semana.
PARIS.
Negado a conocerlo por el miedo irracional a los aviones, ya
no conoceré el Paris que conocieron todos los que me han platicado de él, será
uno distinto, maltratado, ofendido, temeroso, orgulloso; tengo claro que los franceses y los norteamericanos son distintos, lo son los parisinos y los
neoyorquinos, lo son también los madrileños, supongo que no hay muchas maneras
de reaccionar ante el terror, solo espero que la razón y el amor, superen esté
duro y crucial momento, que es un escalón más, uno muy grande que nos hace suspirar
y pensar con gran desolación ¿Qué sigue?
GAME OF THRONES.
Estoy literalmente atrapado en la serie, el poco tiempo que
tengo libre entre el trabajo y la familia, se lo dedico a pedazos de esta
serie, ya olvídense de leer, me es imposible si quiero ponerme al día pronto.
Solo una cosa tengo que auto reclamarme, debí haber leído el
primer tomo antes de hacer caso a una elocuente recomendación para un regalo de
esos en donde se quiere quedar bien, tuve que haber sabido que el protagonista
más entrañable e icónico es Tyrion Lannister, en fin, mecae que en ese entonces no sabía de qué se trataba, aunque al final no es tan malo, pues el tremendo "halfman" es un excelente estratega, solo espero, ahora que voy en el capítulo 3 de la segunda temporada, no seguir regando el tepache (gulp).
Es política pura, la quiero, me gusta, está muy bien hecha,
no tengo nada que reclamarle, solo espero algún día tener la oportunidad de
leer la saga completa.
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