martes, 3 de julio de 2012

CÓMO HAN CAMBIADO LAS COSAS



En las semanas recientes me he alejado de mi gusto por ir al cine muy seguido, no se trata de la dieta, aunque tengo que reconocer que no comer palomitas me pone de malitas; tampoco se trata de una mala cartelera, por el contrario, el verano del 2012 tiene buenos productos, de esos que los amantes de los blockbusters agradecemos; en parte se debe al trabajo y en parte a que los días que hay oportunidad el ánimo y el clima me ayudan a determinar que es mejor quedarse en casa y ver ahí una peli.

Siento que el cine, probablemente poquito después de que los hermanos Lumiere pronosticaran que se trataría solo de una moda pasajera, es uno de los componentes o indicadores de las generaciones que se han sucedido desde entonces, finalmente es un arte y las artes también van evolucionando o cambiando de generación en generación, la música, por ejemplo para no ir más lejos; además, el cine es uno de los grandes beneficiarios y usufructuarios de las nuevas tecnologías y desde luego, un medio idóneo para retratar épocas, acontecimientos o personajes históricos o simplemente para contar cuentos o sencilleces más bien condenadas al olvido en un domingo cualquiera.

Las películas hablan en otro idioma, que no se ve ni se oye, de lo que sus creadores quieren decir a través de ellas y desde luego no todos lo entendemos, hay como en todas las artes, para todos los gustos, sin embargo con cada generación los consumidores nos hemos vuelto más exigentes, menos fáciles de sorprender, algo así como con los video escándalos.

Puedo recordar casi de memoria las películas que vi de niño en el cine teatro Lupita de Tianguistenco, seguido de una sesión de tacos de Don George, o en el teatro Morelos,  en los gemelos de la comer, en el 70, el Florida, es más, recuerdo casi todas las pelis que vi en las modernísimas salas de plaza las américas; hoy me es difícil recordar las películas que he visto en el cine en el último año, que seguramente han sido más de las que vi en toda la primaria.

Mi generación, en la infancia y la preadolescencia iba muy poco al cine, no porque hubiera muy poco que ver, sino porque en aquel entonces el entorno de los lugares donde se exhibían pelis era muy diferente; pero además éramos unos niños maravillados con cualquier cosa, válgame Dios cuando vimos E.T. o star wars, no se diga de los taquillazos de Walt Disney.

Ahí precisamente quería llegar, porque mi generación, que es la que hoy en día tiene hijos en edades muy cinéfilas, la generación que trabaja y de momento está en proceso de la conformación de la nueva clase media del país, la generación que no puede permitirse tener a los hijos en una escuela de gobierno o que al menos debe tener 2 carros y 2 salidas de vacaciones al año, es la generación de niños que andábamos a pincel, que estudiamos en excelentes escuelas oficiales y que tardamos mucho más que un año para ir a Acapulco.

Esta generación tan aspiracional y consumista que a pesar de que tenemos de todo, debemos de todo y probamos de todo, queremos más para nosotros, pero también para nuestros hijos, sobrinos o ahijados, sin percatarnos que los niños y jóvenes de hoy, viven en un mundo muy diferente al que nos envolvió de niños y que eso mismo es la esperanza de que nos comience a ir mejor.

Me explico: comparen blancanieves de nuestra época con la moderna protagonizada por la chavita vampira… wey!!! Los enanos son a toda madre, chupan, cantan, bailan, no esconden sus deseos por la princesa y hasta dan la vida por ella, que dicho sea de paso, es mucho más atractiva que la ñoña de Disney. En la tele vi el otro día la versión reciente de la caperucita roja, otro gran ejemplo, muy distinto a lo que consumíamos los escuincles del siglo pasado.

Nuestro crecimiento se baso en consumir lo que no tuvimos tan a la mano, a poco no recuerdan como nos emocionábamos con los tenis que rechinaban, con las golosinas gringas, con ir a mcdonalds, ya ni hablar de tentonear como si supiéramos para que servían las primeras compus personales que vendían en el Aurrera.

Los chamacos de hoy, siguen como todos los niños consumiendo mucho, sin embargo sus deseos de tener no son alimentados por ellos mismos, sino por nosotros, los niños de hoy quieren parecer más pandrosos y menos sofisticados, para ellos es natural escuchar y entender la música en inglés, dominan el ipad como si hubieran nacido con ella y viven en un mundo en el que son más conscientes y mucho menos inocentes de lo que pasa.

Esta nueva y futura colectividad, tendrá trabajos y responsabilidades muy diferentes, mucho más temprano que nosotros, han entendido que tienen obligaciones y a diferencia nuestra, las tentaciones las tienen tan a la mano que ellos mismos son capaces de determinar lo que quieren para sus vidas.

Es decir, estos niños, estos jóvenes de ahora, de éste siglo, no tienen los prejuicios de otras generaciones, ven a mi blancanieves como una curiosidad del pasado lejano y a la suya mucho más cool y ad hoc a sus tiempos, no tienen miedo de que la selección pierda en penales, se pueden hablar de tu con cualquier chiquillo de donde sea y al menos yo, haré todo lo que esté en mis manos para ayudarlos a construirse un mundo mejor, más inteligente, crítico y participativo.



P.D. En atención a la solicitud de muchos miembros de mi generación a quienes se les complica leer entre líneas o entender analogías, tal vez puedan cambiar blancanieves por el partido político de moda. ;)

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