Por fin, después de 23 kilos menos y 3 meses de hacer ejercicio constante y
frecuentemente me enfrente a un reto, menor si lo quieren ver así, pero
finalmente un reto, correr en una carrera de 5 kilómetros. No se trataba de
ganar, ni siquiera de ganarle a nadie, solo de vencerme y convencerme de que
podía, de que si he sido capaz de otras cosas, esto era posible.
Desde luego que lo logré, como podrán ver en la foto, sostengo mi medallota
y no una galleta como dijo mi mamá, no fue un tiempo bueno ni malo, fue mi
tiempo y esa ahora es mi referencia para lo que sigue, de ahí para abajo lo que
sea.
Hubo algunos gordos que se “autoengañaron” y se echaban largos tramos
caminando para luego alcanzarme corriendo y encontrar algo de satisfacción en rebasar
a alguien, mi satisfacción la encontré en la meta al saber, solo yo, que no
paré ni caminé una sola vez, como dije, a mi paso, la competencia fue conmigo y
gané.
Esos gordos o “autoabusivos” me recordaron a la gente que siempre me ha
resultado antipática y que por lo mismo prefiero evitar, es ese tipo de
personas que son capaces de engañar a todos, incluso a ellos mismos con tal de
alcanzar algo, de lograr un objetivo, así eran las niñas en el kínder y en la
primaria que querían destacar, llamar la atención, así eran algunos de mis
vecinitos o de mis primitos que aspiraban a ganar en todo, todavía no se para
qué, así han sido un montón de compañeros de escuela y de trabajo que no ven la
competencia en ellos, sino en los demás, su meta es superarte y no superarse,
su consuelo es saber que han logrado más que tú, que han llegado antes que tú,
sin saber incluso en realidad si eso era lo que tú querías.
Siempre he tenido suerte y además mucha fortuna para que las cosas vayan
fluyendo, casi nunca he forzado nada, me he esforzado mucho para lograr algunas
cosas, hay algunas incluso que no he podido conseguir, todavía, pero la suerte
y la buena estrella me han ayudado a entender mi camino, a definirlo, a correr
en mi tiempo y en mi condición, sin competir con nadie más que conmigo. Claro
que he competido, de hecho soy muy competitivo, no me gusta perder un partido
de nada, pero disfruto ver la satisfacción de alguien cuando me gana, se nota
que le ha costado trabajo, he competido en muchas cosas en mi vida, pero porque
en ese momento de eso se trata, he ganado y perdido, pero nunca me he
sentido insatisfecho con mi desempeño.
Hoy pienso en todo lo que como mexicanos lograríamos si nos ocupáramos de
competir con nosotros mismos en las cosas que realmente valen la pena, qué
sería de nuestra sociedad si fuéramos competitivos por ganar y no por vencer a
los demás, de que estarían hechas las esperanzas de un país que entiende que
los retos individuales se suman a los logros colectivos y estos a los pedazos
de historia en los que nos toca participar.
Finalmente, y para ser un poco menos obtuso, como de costumbre:
¿hasta cuando Andrés Manuel López Obrador estará conforme con los
resultados de una elección?
¿sólo le conforman el DF y Tabasco que ganó?
¿es posible que algún día la congruencia en alguien que se dice demócrata
haga acto de presencia y decencia?
En fin.
Nuevas emociones han inundado mi vida recientemente, el triunfo de personas
admiradas, la reivindicación de proyectos y de luchas, la muestra de que no
todo está dicho y siempre hay manera de volver, por la puerta grande a ser una
vez más el “mandamas”, el hecho fabuloso de ver a alguien pasar a la historia y
mantenerse vigente para seguir escribiendo más historia, en fin, me ha dado un
gusto enorme ver ganar Wimbledon a Roger Federer por séptima ocasión en su
carrera y de paso reponerse en el número uno de la carrera mundial, con todo y
que ya es un viejito de 30 años.
(jajajajaja).
PD. Mil gracias por sus mensajes, sus likes, sus retweets y sus
comentarios, sin importar el número, cada uno me hace completamente feliz.
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