viernes, 17 de febrero de 2017

GRANDES DIABLOS ROJOS. EL FUT DE LA VIDA.


Soy aficionado del Toluca desde que me gusta el futbol, como a muchos otros integrantes de mi generación, la organización del mundial de México 1986 fue un parteaguas para desarrollar un gusto que no heredé directamente, pero que sin duda está en mi genética.



Mi primera vez en la bombonera de Toluca fue algo estresante, no pude ir con mi papá, quien me donó su boleto y le pidió a un amigo suyo, que me llevara junto con su familia a presenciar el partido de Bélgica Vs. Irak, nada, como ahora, sabía de geopolítica así que se me hacía raro que algunas personas le fueran a un equipo que jugaba mal como el de Irak; al final se impuso el buen futbol, ganó Bélgica si no mal recuerdo 2-1 y entendí mi primera gran lección de futbol, la afición reconoce y admira el esfuerzo y la entrega de los equipos débiles.
Así que mis primeros ídolos fueron Jean Marie Pfaff, Enzo Scifo y Vander Elst, de los diablos rojos de Bélgica, además de Gary Lineker, Valdano, Burruchaga, Harold Shumacher y desde luego Manuel Negrete.

Para 1987, ya era yo un fanático empedernido, veía todo el futbol que podía en TV, mi primer recuerdo de una final fue la de Chivas – Cruz Azul y mis primeros sufrimientos de aficionado fueron cuando supe que el Toluca peligraba rumbo a la segunda división. El equipo de la ciudad, que llevaba un rato y duraría otro más, sin ser campeón de liga, se volvió mi equipo favorito, gracias a la localía, desde luego, pero también a que mi tío Pepe Rojas me comenzó a invitar al estadio esos maravillosos domingos a las 11 de la mañana.
Mi tía Alma o mi mamá nos preparaban un lunch que metíamos al estadio y disfrutábamos de nuestro almuerzo, en las tribunas semivacías de sombra preferente, y de los 15 primeros minutos a tambor batiente que acostumbraba el Toluca de aquella época, empataba muy seguido a uno, pero ahí aprendí la jerga y el ambiente de la tribuna, mis primeros ídolos en activo fueron el “Chato” Ferreira, el “Picas” Becerril y Mauricio Gómez, a quien un día saludé en la calle, lo que ha sido una de las más grandes anécdotas de la infancia.
Llegó el anhelado día del campeonato de copa, estuve a nada de ir al estadio ese día con mi tío Jorge Quijano, pero en cambio, terminamos siguiéndolo juntos en el segundo piso de la casa de mi abuela. No recuerdo si lo vimos o lo escuchamos, porque fue un partido entre semana y la copa y las transmisiones televisivas no eran como ahora. Era un partido que íbamos perdiendo y terminamos ganando con una gran hazaña y por la falta de fair play de la U.de G. ahí, un nuevo ídolo, Jorge Rodríguez. Si no mal recuerdo el campeón de campeones lo ganó el América.

Continúe mis visitas al estadio, con mi tío Pepe, a quienes mis cuates le decían mi primo de sexto, con mis tíos Job y Jacob y mi hermano Manuel, con quienes disfrutaba el ambiente duro de la tribuna de sol en los partidos contra el América, particularmente recuerdo uno que ganamos con gol de Jorge Gama; mi afición por el equipo creció conmigo, así se fue Ferreira y llegaron “el Venado” y Marmolejo y “el Gato”, se fue “el Picas” y llegaron Ayala, Humoller, Demello, Marcelino, Giunta, hasta “el Cuchillo” Herrera vistió la casaca roja durante la larga sequía de títulos de liga, los partidos los transmitía la televisora local del gobierno o MVS, por esos medios o el canal 3 de Toluca, Felix García, Juan Dosal, Noel Cárdenas y Raúl Pérez, entre otros, daban cuenta del seguimiento al equipo.

Por fin, a mis 20 años, vi por la TV el épico partido contra el Necaxa de mayo del 98, alineaban entre otros, Albarrán, Macías, Taboada, Carmona, Rángel, Ruíz, Estay, Abundis y el más grande de todos, Cardozo, que desarrolló otro tipo de afición en Toluca y en el país, más que aficionados de los diablos, nos hicimos aficionados de Cardozo.
Regresé al estadio, esta vez a la tribuna de sombra general, con Manolin, Chucho, Roy, Julian, Victor, Luis, Galván y uno que otro eventual, pero sobre todo con el más intenso aficionado que le conozco al equipo, y miren que conozco varios, Toño Sotelo, reconocido y respetado por directivos, entrenadores y jugadores.

Desde luego que he compartido las idas al estadio y la afición con muchos otros amigos, pero recientemente con mi gran amigo Lalo Velasco que me invitó a presenciar los más recientes campeonatos del equipo y desde luego con la pequeña Valentina que le va al Toluca por convicción.

Supe, con el transcurso del tiempo muchas cosas del equipo, muchas historias que me contaban amigos cercanos a las directivas, a los dueños o a los jugadores, conozco muchas anécdotas y me siento identificado con el equipo, aunque si hoy me preguntan los nombres de la alineación, conozco muy pocos, aunque he convivido con algunos de ellos, ningún jugador o ex jugador es mi amigo, prefiero seguir viéndolos como aficionado y en la medida de sus méritos como ídolos del futbol.

Hoy, que están de moda, deseo que todos estos nuevos aficionados lo sigan siendo por mucho tiempo, pero sobre todo que el equipo de mi afición sea competitivo, alegre, profesional, serio y digno, como lo ha sido siempre, que continúen sus hazañas y que junto a su historia, la ciudad, el estado y sus habitantes, construyamos las nuestras, que el centenario sea solo un pretexto para una excelente campaña de medios, de posicionamiento, de relaciones públicas, de mercadotecnia y promoción, que el estadio se siga llenando, que seamos campeones, que crezca la cantera, pero sobre todo, para que como decía Don Nemesio, el balón ruede a nuestro favor.

EL FUT DE LA VIDA.
Como todos los niños, comencé a practicar el deporte en la escuela y en la calle, después en el deportivo, jamás hasta los 15 años me distinguí por ser bueno, más bien era maleta, sin embargo seguí jugando, como si nadie me mirara, desarrollé pasión por otros deportes, pero el futbol era el mejor para hacer amigos, así me volví campeón en el club Toluca, desde la liga infantil hasta la segunda fuerza, ahí aprendí a hacer goles, desarrollé confianza y seguridad, pero sobre todo, conté con el apoyo incondicional de mi equipo, Lalo Acra, Jorge Becerril, Charly Pliego, Jorge y José Manuel del Muro, Roy Villar, Omar Mendieta, Fabián y Lalo Gómez, Policarpo Montes de Oca y muchos otros amigos con los que compartimos la afición y el gusto por practicar el fut.

Desde luego que tengo historias tristes y de grandes hazañas, pero sobre un servidor practicando el futbol solo voy a decir que no importa lo malo o lo bueno que puedas ser si tienes un verdadero equipo y te atreves a jugar.

viernes, 3 de febrero de 2017

(Escrito en enero de 2011)
REALIDADES.


Me he topado con muchas y diversas realidades en un país que para los mexicanos resulta icónico, nos despierta cualquier cantidad de sentimientos encontrados, distintos, dialécticos.

Al entrar al país, lo hice de manera legal, en un vuelo comercial regular, común, ¿el motivo de mi visita?, fue mi primera duda, definitivamente lo iba a disfrutar, pero no creo que el termino "de placer" fuera el correcto, finalmente venia a estudiar a Harvard, la Universidad más antigua de Estados Unidos y la más prestigiada del mundo.

Al mencionar eso a los oficiales de aduana que me tocaron, el semblante les cambiaba, el humor se les aplacaba y el trato era realmente grato. Creo que, por lo que he visto las últimas semanas, los gringos ya no se sienten tan superiores como hace 3 o 4 décadas, hoy saben que hay mejores sistemas educativos que el suyo y que en algunas partes del planeta los están alcanzando rápidamente.

Algo de eso tendríamos que aprender en México, ¿no es increíble, lo fácil que nos han rebasado otros países en temas en los que parecíamos más adelantados?

En la zona de Boston y Cambridge en Masachusetts, conocí a personas de todo el mundo, pero especialmente a mexicanos valiosísimos que están haciendo grandes cosas estudiando por acá, están politizados, saben como están las cosas en el país y tienen sus opiniones y sus críticas muy bien arraigadas.

Me volví a ver, después de unos años, con un niñito que me daba las duras y las maduras en el tenis en mis épocas del club Toluca, Fili Cedeño, que siempre fue un joven inteligente y aplicado y que ahora esta haciendo su doctorado en medicina en un área muy interesante que es la piel, en la rama de la inmunología.

Platiqué con Onésimo Flores, urbanista, que prepara su tesis sobre los transportes articulados de México, compartimos e intercambiamos opiniones del mexibus de Ecatepec y Tecamac, espero haberle sido de utilidad.

Conocí a un genio de 27 años llamado Roberto Olivares, químico, mucho hará por México, el agua y el mundo.

Además, me hice amigo de mexicanos que vinieron a lo mismo que yo a Harvard, a constatar que aquí no tienen las respuestas a nuestros problemas, pues de lo contrario el presidente Calderón ya las hubiera aplicado. (El fue alumno del programa Mason, dedicado a quienes han tenido cierto tiempo de trayectoria pública en su país).

Compartí la mesa, el diálogo y la convivencia, con quien en México sería si no imposible, si improbable, pertenecemos, de entrada a distintas ideologías, pero además nuestros caminos no son paralelos y de momento, hay algunos más encumbrados que otros.

Esta realidad mexicana en los Estados Unidos, me dio esperanzas de que ahí vamos, de que ahí la llevamos, además y a manera de postre pude percatarme de la clase de político que es un aspirante a la presidencia de México, que no fue capaz de saludar a un grupito de mexicanos, ¿y así quiere mi voto? (SCM sus iniciales. Añadido en febrero del 2017)

Concluido mi recorrido académico, llegué a la ciudad que todos conocemos aunque nunca hayamos estado acá, el único sitio en el que te sientes solo, perdido y no te importa, porque aquí se hablan todos los idiomas, en cualquier lugar, a cualquier hora, escucharás muchas palabras afines y muchas otras que no entiendes.

Llegué, al sitio insignia de la cultura norteamericana, con sus iconos, con sus leyendas, con sus mezclas de realidad y de ficción, en donde en ocasiones ya no puedes ver la diferencia, aquí lo mismo te explican en un tour la historia de la construcción de un edificio o que en ese mismo hospital “saint Vincent”, nació Emma, la hija de Rachel y Ross en la serie de TV “friends”.

Acá, me he dado cuenta que la pizza en Manhattan ya no es mas italiana, ahora es mexicana, pues son mis paisanos poblanos y oaxaqueños quienes alargan la masa, ponen los ingredientes y hacen las entregas.

Volví al broadway con el que sueño desde niño, en el que no hace falta entender al 100 % el idioma para transportarte al lugar de la historia, nunca me voy a cansar de ir al teatro.

Conocí a más paisanos que se quedaban a platicar conmigo en “frankie and johnnie’s”, uno de los restaurantes clásicos de la zona de los teatros, muy al pesar de los desabridos capitanes, mis paisanos venían a escuchar del país, a preguntarme de todo, lo mismo del crimen y la violencia que de Kalimba y yo aprovechaba para platicarles de Peña Nieto y el futuro.

En fin, esta realidad tan distinta, porque la verdad es que aunque no nos traten mal, los mexicanos que vienen a estudiar tienen otras expectativas que los que vienen a trabajar, unos vienen porque han alcanzado cierto estatus y otros porque no les ha quedado de otra, pero ambos sin excepción, quieren mejorar.

En ambos casos los que quieren regresar son algunos, pero no todos, los estudiantes se sienten menospreciados y desperdiciados, muy pocos quieren regresar a México a aplicar sus conocimientos; los trabajadores, en su mayoría quieren regresar por nostalgia, para volver a ver a sus padres o a sus hijos, pero saben que regresarán a la miseria y al desempleo.

Yo, que escape un poco de mi realidad, que tomé un tiempo para priorizar, pensar y convivir conmigo mismo, me doy cuenta que quiero regresar, pero no para ser un estudiante, sino un aplicador de conocimientos y experiencias, quiero regresar a trabajar con dignidad y a partirme el lomo como lo hacen por acá mis paisanos, quiero regresar pero no para ser un espectador como lo soy en broadway, quiero regresar a mi país, porque tuve que viajar miles de kilómetros para darme cuenta de quien soy, que quiero y a donde voy.

Me voy de donde te dicen, “welcome put out your shoes” y “good bye see you soon, take off your jacket”.


Muchas realidades distintas, muchas verdades encontradas, cohabitan en el mismo espacio y tiempo, lo importante no es unificar, pues no necesitamos unanimidad sino entendimiento, acuerdo, paciencia y vislumbrar que para ser el país que deseamos, necesitamos empezar por ser los mexicanos que deseamos.

jueves, 2 de febrero de 2017

USA. LA LA LAND

Desde niño me entusiasma buena parte de la cultura popular gringa, la música, las películas, la comida, las golosinas, Disney, Nueva York, Los Ángeles, los tenis que rechinan (hace 30 años, tener unos de esos era más que cool), en fin, además, de la gran influencia de la televisión, a pesar de que durante toda la infancia, consumí los contenidos doblados.

Al tiempo, también me entusiasmó su literatura, Twain, Melville y Poe por la escuela y más tarde Hemingway por influencia paterna y Capote por el cine.

Amaba la fayuca, me parecía lo más extravagante que había, las mochilas, mi carpeta traper keeper, las teles, la ropa. Etc. Admiraba a las personas que viajaban en auto, para traerse una que otra cosilla, sobre todo a las mujeres, tengo una tía maravillosa que lo hacía y eventualmente me casé con una mujer igual de valiente, o más: se casó conmigo.

De niño soñaba con ir a Harvard y lo logré, no como mis papás y yo hubiéramos querido, pero fui, estudié en sus aulas, conseguí un papelito y mi papá una gorra original que dice “Harvard’s Dad”.

El tiempo en sus aeropuertos, sus centros comerciales, sus restaurantes, sus centros turísticos luminosos, la música country y el folk, que dicen tanto de maneras tan simples.

Desde luego que me disgustaban y lo siguen haciendo muchas cosas, la discriminación sobre todo y muy recientemente todo este alboroto por la presidencia de Donald Trump, el número 45, estoy cierto de algo, si hemos sobrevivido a los otros 44, y a los nuestros, no veo porque no tenga que ser así otra vez.

Pero debemos estar unidos, organizados, nuestros grandes males los hemos superado así, nos hemos levantado de las cenizas, hemos creado una mística nacional alrededor de una serie de símbolos que hoy debemos abrazar y reforzar, Estados Unidos va a seguir ahí, al norte mañana y siempre, seguirá gustándome, sin embargo creo que estos años lo visitaré menos, mejor, mucho mejor.



Sobre las diferencias entre otros grupos étnicos y los latinos, hispano parlantes o incluso específicamente los mexicanos, es muy difícil poderlo desarrollar desde la perspectiva sencilla a la que aspiro en este espacio, sin embargo lo intento:

Son fenómenos migratorios completamente distintos, los americanos no llegamos por Ellis Island viendo a la estatua de la libertad, como los europeos por ejemplo, lo hicimos caminando a través de la frontera que cada vez se recorría más hacia nuestro norte, por el Atlántico llegaban en barco, bajo condiciones terribles también, pero secos, nosotros llegábamos mojados.

No huimos de una persecución religiosa ni de la opresión política, escapábamos del hambre y de la falta de oportunidades, basados en la desesperación de no tener opciones, la esperanza de muchos fue viajar al norte, ganar en dólares, vivir el sueño americano.

Una gran cantidad de familias se dispersaron de ese modo, ¿quién no tiene tíos del otro lado? En lo personal tuve uno, al que quiero y admiro mucho porque anduvo de un lado a otro, para finalmente regresar al lugar donde nació, algún día espero tener el tiempo para platicar más con él, y si me lo permite, platicarles a ustedes; en fin, volviendo al tema, a pesar de las complejas condiciones para llegar a la frontera, cruzarla y mantenerse allá, el fenómeno migratorio al norte se incrementaba en la medida de la bonanza que representaban y la desesperanza local, por allá, los unen las raíces, el orgullo, la nostalgia, que se reflejaron en los millones de votos por Hillary Clinton, sin embargo, por extraño que parezca la proporción y la distribución de las minorías latinas, más algunos otros factores como los generacionales en Florida, por ejemplo, no fueron suficientes para mantener a los demócratas en la Casa Blanca.

¿Habrá que conectarnos más?, no creo que esa sea la respuesta, debemos organizarnos mejor, pues nos vincula incluso una poderosa gama de medios de comunicación y desde luego las insaciables redes sociales.

LA LA LAND.

Bien hecha, muy bien actuada, la película funciona como ganadora de premios y como gran entretenimiento, se merece todos los premios que ha ganado y ganará, habrá que esperar unos años para ver su lugar en la historia del cine, mientras tanto su Director, Damien Chazelle, de apenas 32 años, se enfrentará, si la vida lo permite, a una cuesta arriba muy interesante, pues haber creado 2 obras maestras, una tras otra y en esa escala, le impone retos increíbles, seguramente, el tipo es un fuera de serie.


Como en todo lo que veo junto a la pequeña ya no tan pequeña, al prenderse las luces le pregunté si le había gustado, la respuesta de la puberta incipiente era de esperarse, “NO”, como transcurrió la tarde me percaté de la falsedad en la respuesta, le gustó, estoy seguro, sabe desde niña disfrutar las cosas bien hechas y esta película ésta perfectamente bien hecha.