Desde niño me entusiasma buena
parte de la cultura popular gringa, la música, las películas, la comida, las
golosinas, Disney, Nueva York, Los Ángeles, los tenis que rechinan (hace 30
años, tener unos de esos era más que cool), en fin, además, de la gran influencia
de la televisión, a pesar de que durante toda la infancia, consumí los
contenidos doblados.
Al tiempo, también me entusiasmó
su literatura, Twain, Melville y Poe por la escuela y más tarde Hemingway por
influencia paterna y Capote por el cine.
Amaba la fayuca, me parecía lo
más extravagante que había, las mochilas, mi carpeta traper keeper, las teles,
la ropa. Etc. Admiraba a las personas que viajaban en auto, para traerse una
que otra cosilla, sobre todo a las mujeres, tengo una tía maravillosa que lo
hacía y eventualmente me casé con una mujer igual de valiente, o más: se casó
conmigo.
De niño soñaba con ir a Harvard y
lo logré, no como mis papás y yo hubiéramos querido, pero fui, estudié en sus
aulas, conseguí un papelito y mi papá una gorra original que dice “Harvard’s
Dad”.
El tiempo en sus aeropuertos, sus
centros comerciales, sus restaurantes, sus centros turísticos luminosos, la
música country y el folk, que dicen tanto de maneras tan simples.
Desde luego que me disgustaban y
lo siguen haciendo muchas cosas, la discriminación sobre todo y muy
recientemente todo este alboroto por la presidencia de Donald Trump, el número
45, estoy cierto de algo, si hemos sobrevivido a los otros 44, y a los
nuestros, no veo porque no tenga que ser así otra vez.
Pero debemos estar unidos,
organizados, nuestros grandes males los hemos superado así, nos hemos levantado
de las cenizas, hemos creado una mística nacional alrededor de una serie de
símbolos que hoy debemos abrazar y reforzar, Estados Unidos va a seguir ahí, al
norte mañana y siempre, seguirá gustándome, sin embargo creo que estos años lo
visitaré menos, mejor, mucho mejor.
Sobre las diferencias entre otros
grupos étnicos y los latinos, hispano parlantes o incluso específicamente los
mexicanos, es muy difícil poderlo desarrollar desde la perspectiva sencilla a
la que aspiro en este espacio, sin embargo lo intento:
Son fenómenos migratorios
completamente distintos, los americanos no llegamos por Ellis Island viendo a
la estatua de la libertad, como los europeos por ejemplo, lo hicimos caminando
a través de la frontera que cada vez se recorría más hacia nuestro norte, por
el Atlántico llegaban en barco, bajo condiciones terribles también, pero secos,
nosotros llegábamos mojados.
No huimos de una persecución
religiosa ni de la opresión política, escapábamos del hambre y de la falta de
oportunidades, basados en la desesperación de no tener opciones, la esperanza
de muchos fue viajar al norte, ganar en dólares, vivir el sueño americano.
Una gran cantidad de familias se
dispersaron de ese modo, ¿quién no tiene tíos del otro lado? En lo personal
tuve uno, al que quiero y admiro mucho porque anduvo de un lado a otro, para
finalmente regresar al lugar donde nació, algún día espero tener el tiempo para
platicar más con él, y si me lo permite, platicarles a ustedes; en fin,
volviendo al tema, a pesar de las complejas condiciones para llegar a la
frontera, cruzarla y mantenerse allá, el fenómeno migratorio al norte se
incrementaba en la medida de la bonanza que representaban y la desesperanza
local, por allá, los unen las raíces, el orgullo, la nostalgia, que se
reflejaron en los millones de votos por Hillary Clinton, sin embargo, por
extraño que parezca la proporción y la distribución de las minorías latinas,
más algunos otros factores como los generacionales en Florida, por ejemplo, no
fueron suficientes para mantener a los demócratas en la Casa Blanca.
¿Habrá que conectarnos más?, no
creo que esa sea la respuesta, debemos organizarnos mejor, pues nos vincula
incluso una poderosa gama de medios de comunicación y desde luego las
insaciables redes sociales.
LA LA LAND.
Bien hecha, muy bien actuada, la
película funciona como ganadora de premios y como gran entretenimiento, se
merece todos los premios que ha ganado y ganará, habrá que esperar unos años
para ver su lugar en la historia del cine, mientras tanto su Director, Damien
Chazelle, de apenas 32 años, se enfrentará, si la vida lo permite, a una cuesta
arriba muy interesante, pues haber creado 2 obras maestras, una tras otra y en
esa escala, le impone retos increíbles, seguramente, el tipo es un fuera de
serie.
Como en todo lo que veo junto a
la pequeña ya no tan pequeña, al prenderse las luces le pregunté si le había
gustado, la respuesta de la puberta incipiente era de esperarse, “NO”, como
transcurrió la tarde me percaté de la falsedad en la respuesta, le gustó, estoy
seguro, sabe desde niña disfrutar las cosas bien hechas y esta película ésta
perfectamente bien hecha.
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